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sábado, 27 de junio de 2015

El Uruguay: un mate bien amargo.

"La música académica abre puertas a la Historia, nos acerca a otras culturas y a persona de diferentes medios socio-económicos."

  El siguiente artículo fue publicado en Facebook por el pianista uruguayo Javier Bezzato  el 2 de marzo de 2014  y reproducido, con permiso del autor, en el blog Música Clásica aquel mismo año. 

Más de un año después viene bien recordar las reflexiones que Javier nos quiso transmitir, porque conservan una pasmosa actualidad.

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Hace días que vengo pensando y pensando sobre los problemas de la orquesta del Sodre. Me gustaría transmitirles mis reflexiones.

Existen algunos prejuicios con respecto a la música denominada clásica, culta o académica y a las personas que la practican: el músico clásico, culto o académico. Esto sucede lamentablemente en muchas partes, pero en Uruguay, tal vez por ser un país con pocos habitantes, se percibe un poco más. A esto se puede agregar la falta de suficiente transparencia en las gestiones culturales. Esta es una de las razones por la que me fui hace ya más de diez años, queriendo ampliar horizontes en mi formación y buscando futuro laboral.

Como lo definió Nibya Mariño con sencillas palabras en una entrevista para Subrayado: la música “... es como un mensaje espiritual, llega a todos.” La música culta no busca ser elitista, está abierta a entrar en contacto con otros géneros musicales y busca llegar a la gente. Cualquiera de ustedes, músicos, puede confirmarme que, si bien podemos concebir nuestro hermoso oficio como una importante misión que llevamos adelante con entusiasmo y pasión, esto no implica que seamos seres superiores a otros o pertenecientes a una casta selecta. Tampoco lo ve así la gente que se siente atraída por ella. La música académica abre puertas a la Historia, nos acerca a otras culturas y a persona de diferentes medios socio-económicos. Basta comprobarlo entre los músicos mismos o simplemente entre los melómanos. Otros géneros musicales o manifestaciones artísticas tienden a tener un alcance local o regional y a limitarse a su ámbito socio-cultural, fortaleciéndolo y enriqueciéndolo. Pero me atrevería a decir que, un aficionado al carnaval uruguayo sabe, tal vez, poco y nada del carnaval en Basilea, por ejemplo. Así que en tema de apertura, tolerancia e integración existen muchos prejuicios y creo que el continuar y mejorar las condiciones de la práctica de la música clásica en nuestro país (y por consecuencia, asegurar la existencia en este caso de una orquesta sinfónica estatal) solo puede traer ventajas para nuestra sociedad. ¿Es tan difícil entender que también hay personas comunes y corrientes, de cualquier estrato social o económico, que se emocionan con Mozart, Chopin o Ligeti y encuentran así una mínima pizca de trascendencia en esta vida terrenal?

Estos prejuicios influyen también lo que se entiende o sabe sobre un aspecto fundamental del trabajo que desarrolla el músico: la práctica instrumental. Tarea que insume una carga horaria muy grande y que, por las características del oficio, se realiza en un ámbito privado y personal, a diferencia de un bailarín, el cual, a las horas de ensayo suma el tiempo de práctica personal, en este caso realizada en forma colectiva, "a la vista" de todos.

Aclaro todo esto (para muchos rotundamente evidente), porque he leído declaraciones de la presidenta del Consejo Directivo del Sodre
que dejan entrever una falta atroz de conocimiento y sensibilidad en la materia. Incluso dejando de lado la aberrante y vergonzosamente ignorante declaración de que en el mundo no existen orquestas sinfónicas presupuestadas (el número de integrantes necesario para una orquesta de esa características no hay que aclararlo).

¿Alguien me puede explicar cómo personas tan incompetentes en la materia ocupan tales puestos y se llevan en sus bolsillos suculentos sueldos? Creo que criterios de otra índole que los artísticos y de capacidad de gestión ponen al frente esa gente. ¿Favores políticos, tal vez?


Otra pregunta: ¿qué se les dice a los chicos de la Orquesta Juvenil sobre el futuro que les espera?
Una posible respuesta: "Miren, vivimos en un país donde te podés fumar con toda tranquilidad unos ricos porros, cualquiera se puede casar con cualquiera y ser feliz. Eso sí, si te gusta Beethoven, acá vas a tener pocas oportunidades en tu vida."

No estoy en contra de los géneros populares ni creo que uno sustituya a otro, incluso los admiro y practico (lo confirman mis próximos conciertos aquí en Suiza), pero la música clásica debe tener el lugar preponderante en el Sodre que siempre tuvo. Para eso fue creado, ¿no? Lo más triste es sentir la decadencia de una institución que supo ser ejemplar. Que lo digan los que vivieron la época de oro del Sodre! La ley de 1929 prevé la formación de los cuerpos y escuelas de formación que posee el Instituto. El Sodre es financiado por el Estado, o sea, por los uruguayos. Y debe ser para los uruguayos, incluso para los uruguayos que gustan de la música sinfónica. La Cultura no debería ser (por lo menos en esa institución) un negocio, sino un patrimonio del país. Y en el caso que ese modelo ya no funcione, hay que buscar otro que sea efectivo y digno para todos.

Algunas cosas han mejorado (también hay que ver lo bueno). Un ejemplo (a pesar de las tensiones actuales): hace algunos años se podía asistir a las funciones del Cuerpo de Baile del Sodre (hoy Ballet Nacional), donde sólo estaban presentes, además de los bailarines por supuesto, la madre de algún integrante del Cuerpo, con suerte la novia de alguno de ellos y, si aun no había fallecido, alguna que otra tía-abuela. Hoy en día la cosa es muy diferente. Una historia feliz... Pero no recuerdo una gran muestra solidaridad o apoyo institucional frente a esa problemática situación, que duró bastante tiempo. Eso también era amargo.

No dudo en las buenas intenciones de la Sra. Presidenta, como lo confirma en una declaración a 180: "... Hemos trabajado como bestias para resolver...". Pero en la declaración misma describe la forma en que lo hace.

La regla debería ser así de sencilla: el músico cumple con sus compromisos artísticos en tiempo y forma y recibe a cambio su contrato y sueldo en las mismas condiciones.

Me alegra mucho saber que la orquesta denuncie su situación y haga sus reclamos TOCANDO. La trinidad compositor-intérprete-público es lo que obra maravillas y es lo que hay que mantener vivo. Para MOVER a la gente hay que CONMOVER.

Yo, por ahora, dejé de tomar mate. Para amarguras me alcanza la triste realidad.


Javier Bezzato

En facebook.

domingo, 21 de junio de 2015

UNA HISTORIA INEXPLICABLE

Nuestra historia musical demuestra la importancia de la música clásica en la vida cultural uruguaya y, en ocasiones, a niveles extraordinariamente altos. Por ejemplo, en 1940 se trasmitió a través de las radioemisoras del SODRE, incluso las de onda corta, una serie de conciertos dirigidos por Arturo Toscanini desde el Estudio Auditorio. A eso se agrega una lista impresionante de visitantes ilustres como Igor Stravinsky, Ottorino Respighi, Heitor Villa-Lobos, Manuel Ponce, Humberto Allende, Godofredo Petrassi, Paul Hindemith, Aram Jachaturián, Aaron Copland, William Walton, Camargo Guarnieri, Albert Wolf, Erich Kleiber, Fritz Busch, Jascha Horenstein, Paul Paray, Clement Krauss, Herman Scherchen, Víctor de Sabata, Sir Malcom Sargent, Arthur Rodzinsky, Nicolai Malko, Paul Klecki, Witold Rowicki, Leopold Ludwig, Wilhelm van Otterloo, Kiril Kondrashin, Jean Martinon, Enrique Jordá, Antal Dorati, Howard Mitchel, Juan José Castro, y otros más que definieron una época dorada.

No debemos olvidar, sin embargo, que todo aquel período pasó por la Segunda Guerra Mundial, y Uruguay obtuvo un beneficio artístico al recibir aquí a muchos de aquellos huéspedes que buscaron un refugio. Pero, después de la guerra, en 1953 Lamberto Baldi reafirmó todavía una OSSODRE destinada a alcanzar el nivel más alto de su trayectoria, llegándose a considerarla la mejor orquesta sinfónica de Sudamérica y una de las mejores del mundo. 
 

¿Sería muy caro reconstruir aquel grado de excelencia?

Cualquier lector atento pensará que ahora, cuando está de moda la famosa “austeridad” que pasa la tijera en la cultura antes que nada, aquello sería inviable. Puede ser, y el argumento más a mano sería que el cachet de “monstruos” como los de aquella talla, hoy no se podrían pagar. Pero ¿alguien puede creer que varios de los espectáculos pop que el SODRE presentó en alguna temporada anterior, y los que presentará en esta de 2015, acaso son baratos?

Ah, claro – se podrá decir también – la cuestión es la taquilla, buscar que no hayan espectáculos deficitarios. Pero véase lo que también el propio SODRE dice al respecto en su página web:

      “La OSSODRE ha tenido desde su nacimiento la gran ventaja de no esclavizarse con la taquilla para sobrevivir. Como organismo con rubros propios, pudo planificar su acción con vistas a la cultura y nunca dependió del reclamo de sus abonados para confeccionar sus programas. Esto dio a los primeros directores espacios de audacia e imaginación, de exigencia estética y de variedad estilística, que los organismos privados rara vez pueden permitirse. Aunque esta independencia y variedad disminuyeron bastante cuando se terminaron los directores estables, de todos modos el nivel medio del repertorio sigue siendo más riguroso y mejor dosificado que el de muchas orquestas famosas que tienen la obligación de llenar las salas y de hacer el gusto a sus protectores.”

Tal como he señalado con insistencia en artículos anteriores, la temporada de conciertos 2015 no sólo es paupérrima, sino que está llena de contradicciones que apuntan más bien a estabilizarse que a buscarles solución. Se prejuzga que la música clásica es para una élite y que hay que "democratizar" el arte, como si el pueblo uruguayo fuera incapaz de apreciar otra cosa que lo que los medios difunden hasta el hartazgo. No hay duda, entonces, de que lo que se busca es la taquilla. 

Y esto puede involucrar la calidad de los espectáculos. 

En una situación tan dependiente, la cuestión de la evaluación de la calidad pasará, de ser un problema de gestión, a convertirse en un problema político que puede llegar a poner en riesgo la ruta inicialmente trazada hacia determinados objetivos. Ahí el desafío es para el Director Artístico, quien deberá reconocer cuáles son los elementos en el entorno que puedan plantear nuevas oportunidades o, por el contrario, nuevas amenazas a resolver. Deberá trabajar en conjunto, con el personal artístico y el Directorio, para trazar un curso de acciones hacia el futuro. Y éste, justamente éste, es el meollo de la situación de hoy.

Falta consenso.

Sería esencial establecer por parte del Consejo Directivo, en conjunto con la Gerencia General y los cuerpos estables, una política cultural delimitada a nivel de Estado. ¿Hace falta, para ello, una declaración de misión y visión que sea comunicada y compartida a través de todos los integrantes de la institución? Parecería que no, porque esa declaración está implícita en el contenido de la propia Ley de creación del SODRE. En aquella fuente es donde se debe buscar que cada miembro sea consciente de su responsabilidad en la consecución de los objetivos. La declaración de la misión y visión es un elemento clave para indicar cuál es el camino posible de recuperación del grado de excelencia que distinguió al SODRE en el pasado.

El Auditorio Adela Reta es un complejo de 25.000 m², con una sala principal de 2.000 localidades destinada a espectáculos líricos, sinfónicos y de ballet. Su foso puede albergar a más de 100 músicos, está organizado en tres módulos y cuenta con un sistema de elevación automatizado. El escenario, el más grande del país, tiene una altura libre de 27 metros y una boca de escena regulable que puede alcanzar 15,50 metros de ancho por 12 metros de alto. El complejo cuenta con una segunda sala, más pequeña, destinada a la música de cámara y repertorio experimental, con la flexibilidad técnica necesaria para que pueda ser transformada a conveniencia. Además, tiene modernas salas de ensayo, con un sector de talleres ubicados en tres niveles de doble altura, para la producción y realización de los montajes escénicos y la caracterización de los intérpretes. Por otra parte, cuenta con un anfiteatro, áreas para exposiciones y sectores de 'foyeres' y cafeterías. El edificio tiene características acústicas especiales en toda su construcción, especialmente el cubo interior que contiene el escenario y galerías. Se han invertido más de USD 100.000.000 hasta la finalización de las obras.

¿Para qué? 

En 2012 Ariel Cazes explicaba muy bien para qué, en una entrevista televisada donde se refería también la respuesta del público. Vale la pena escuchar lo que decía en aquel año no tan lejano:






Hay que decir también que a pesar de aquellas declaraciones, en cambio al inaugurarse la temporada 2015 con el “Concierto por la memoria”, Cazes decía a Montevideo Portal que "No se invirtieron más de 100 millones de dólares para que esto fuera para una élite de iluminados”. ¿Cuál será la “élite” que no merecería esa suma de dinero invertido? ¿Será la que deba conformarse con los poquísimos conciertos de la OSSODRE y la reducida programación de espectáculos de ballet, de ópera y de música de cámara? ¿No será un grave error considerar que el pueblo uruguayo es incapaz de disfrutar y comprender otra música que la que los medios le quieren imponer? Sin duda algo anda muy mal.

Y casi ni valdría la pena seguir reiterándolo, pues el problema ya es de conocimiento público. Pero, si volvemos de nuevo muy atrás en el tiempo hallamos hechos sorprendentes. Hay dos documentos que conviene conocer.

Primero: Lo decía Lauro Ayestarán.

Allá por 1935 nuestro eminente musicólogo, investigador incansable de las raíces de la música nacional, defensor de esas mismas raíces incluso populares (no confundir con lo que hoy la mass media difunde como "popular"), escribía:

"La OSSODRE está olvidando su cometido - Sólo cuatro audiciones sinfónicas se han realizado este año - Falta calidad en los programas.
“En 1931, la Ossodre realizaba 37 conciertos. En 1932, bajaba su númer a 29. En 1933, solamente 21. En el año pasado, 15. Y en la actual temporada a la que sólo quedan dos meses de actividad, 5 conciertos, uno de los cuales de carácter particular ofrecido al Presidente de Brasil."


(Fuente: Biblioteca Digital del Centro Nacional de Documentación Musical CDM).

Este es el documento original completo donde Ayestarán firma con el seudónimo “Ural” en “El Bien Público”, en fecha 30 de agosto de 1935. Nótese que el mismo documento también se refiere a "el desprecio hacia la producción americana".  Esto hace pensar en algo muy desagradable, porque evidentemente hay una historia que se repite sin que haya alguna explicación clara.  Es que la historia no termina ahí, hay más. La cita siguiente deja muy mal parado al Estado uruguayo, de ayer y de hoy, porque toca una característica de idiosincrasia.

Segundo: "El peso del destino".

La cita siguiente fue tomada directamente de lo que escribió Leonardo Scampini, El País Cultural Nº 570, 6 octubre 2000 titulado "Lauro Ayestarán - el peso del destino":

      "...Su renombre internacional  (llegaba) a tal punto que continuamente recibía los llamados de Sociedades norteamericanas -rememora su hijo Ángel-para que se fuera a trabajar allá. Le decían: "Pero, mire, nosotros lo vamos a sentar y usted se va a dedicar a investigar y no va a tener problemas de dinero ni de nada", y en cada ocasión él les decía:  "Yo trabajo en mi país y para mi país". Y si se hubiera ido, hubiera tenido un poco más de dinero y hubiera realizado una obra más grande que la que llegó a concretar".
Su vocación de servicio al país, se evidencia en el deseo de que su biblioteca musicológica, una de las más importantes de América, quedara en el Uruguay. Cuenta Ángel que "a las dos semanas de la muerte de mi padre, vino Stevenson de los Estados Unidos con un cheque de la Fundación Ford para llevarse la biblioteca. "Dígame usted el precio", dijo Stevenson, y a pesar de que habíamos quedado en la ruina económica y que ese dinero nos podía haber salvado, mi madre cumplió con la voluntad de Lauro y no la vendió. El Estado Uruguayo demoró ocho años en pagarla".
"Entre las colecciones que había dejado mi padre -agrega Ángel- estaba la de partituras con pie de imprenta uruguaya, es decir, todo lo que se había impreso en Uruguay de música uruguaya. Eran seis mil partituras, más manuscritos de músicos uruguayos como Fabini, Cluzeau Mortet y el original Himno Nacional de Debali. Esa colección mi madre se la ofreció tres veces al Estado y en todas las oportunidades se le contestó que no existía interés. Esa actitud le molestó tanto a mi madre que cuando la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos vino a comprarla, ella terminó vendiéndola. Y allá está la "Lauro Ayestarán Collection" perfectamente cuidada y guardada".


Cualquier "remiendo" que se haga a un hecho como éste, no haría más que demostrar una sola cosa: yendo hacia adelante y atrás no se llega a ninguna parte. Sea la Orquesta Sinfónica con sus glorias y altibajos, sean los cuerpos estables del SODRE, sea incluso la Filarmónica de Montevideo y aun el MEC y las instituciones oficiales y privadas de enseñanza musical, y los sistemas oficiales de radio y televisión, todo ello, en conjunto integra un organismo cultural enorme que no debe andar a la deriva. Digámoslo bien claro: no puede estar dependiendo de puntos de vista político-partidarios de turno. Al contrario, es necesario que haya una política de Estado.

Y que sea abierta al mundo y a siglos de historia del Arte.


GBZ