ESTE BLOG FUE CREADO PARA QUE LOS PROFESIONALES URUGUAYOS DEDICADOS A LA MÚSICA CLÁSICA SE INFORMEN, Y TAMBIÉN PARA QUE EXPRESEN OPINIONES E INTERCAMBIEN IDEAS A TRAVÉS DE COMENTARIOS ACERCA DE PROBLEMAS DE ACTUALIDAD QUE AQUÍ SE DESCRIBEN.

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domingo, 27 de diciembre de 2015

REFLEXIONES HACIA EL 2016


Al reciente anuncio de un recorte de 65% del presupuesto para la Filarmónica de Montevideo, en tanto Centros MEC (Ministerio de Educación y Cultura) ha decidido no dar más apoyo a la REVISTA SINFÓNICA (única publicación que entrevista, promueve, difunde, alienta a los artistas nacionales, a aquellos que están comenzando y a los consagrados) por no adecuarse a los fines de dichos Centros, se suman ahora las últimas declaraciones de Gerardo Grieco - director del Auditorio Nacional. Son hechos que llevan necesariamente a hacer algunas reflexiones.

Decía Gerardo Grieco al diario EL PAÍS refiriéndose a la programación prevista para 2016:
     
  • "Es vital para nosotros que este no sea un teatro elitista, que no se vuelva una acción dirigida a un núcleo chiquito de expertos o melómanos, sino que sea una organización que está al servicio de la comunidad"

En otras palabras, sea dicho sin eufemismos, el objetivo es la taquilla, y el público de la música clásica debe quedar  relegado porque es una élite "chiquita" y, en cambio, hay que servir a la comunidad con espectáculos comerciales. Pocas veces se ha visto un desprecio tan grande a la capacidad del pueblo uruguayo para apreciar las más altas manifestaciones del arte de la música.

¿No hay algo raro en todo esto?    

Esa orientación hacia la música olvida ex profeso antecedentes importantes que son imposibles de borrar a propósito de lo que significó para Uruguay el incendio del Estudio Auditorio del SODRE:


“El 18 de setiembre de 1971 un incendio destruyó el edificio del Estudio Auditorio del Sodre, sede de los cuerpos estables, destacando los conciertos semanales de la Orquesta Sinfónica que, en ocasiones fue dirigida por las más célebres batutas del mundo y las Temporadas de Ópera que entusiasmaban a los amantes de la lírica”
(Revista Dossier - 19/09/2013)
El 18 de setiembre de 1971 un incendio destruyó el edificio del Estudio Auditorio del Sodre, sede de los cuerpos estables, destacando los conciertos semanales de la Orquesta Sinfónica que, en ocasiones fue dirigida por las más célebres batutas del mundo y las Temporadas de Ópera que entusiasmaban a los amantes de la lírica. - See more at: http://revistadossier.com.uy/acervo-cultural-y-patrimonial/42-anos-del-incendio-del-sodre/#sthash.Ww6JoMsQ.dpuf

¿Eran para una élite pequeña aquellas presentaciones semanales de la orquesta sinfónica? ¿Era una minúscula élite la que justificaba traer las batutas más importantes del mundo y hacer temporadas importantes de ópera? Evidentemente no, no era así, y el éxito de taquilla en la venta de abonos y las entradas agotadas para casi todas las funciones, demuestran claramente lo contrario al enfoque actual. Lo que llama más la atención es que el desprecio por la música clásica nunca, jamás, la alude de manera directa. En cambio, se alude a su público de maneras peyorativas calificándole de "élite", como si se tratase de gente que necesariamente vive y piensa de manera aristocrática. Así que vale insistir: ¿por qué no se dice bien claro, y de una vez, que se cree que es la música clásica - no la élite - la que se debe relegar a un plano bien inferior en la programación de espectáculos? 

Parecería que la causa es obvia, es duro aparecer como queriendo pisotear la cultura. Excluir a una élite, sin duda es más elegante hasta en términos democráticos. Por eso quizá ya sea hora de hacer un planteo distinto, tratando de entender mejor las motivaciones profundas que sustentan la orientación que hoy vemos. 

En la búsqueda de reafirmar una identidad.

Cada vez que se quiere circunscribir la música a visiones regionalistas, de clase social y aun de  representaciones ideológicas, el resultado es un estancamiento cultural. Lo delicado del asunto es que esa clase de orientaciones no sólo son excluyentes, sino también muy poco educativas. Por ejemplo, podemos recordar que el piano fue prohibido en China durante la revolución cultural (1966-1976), por considerárselo representativo de la herencia cultural occidental. De no haberse reaccionado contra aquel enfoque tan estrecho, los chinos habrían terminado por ignorar la existencia de las obras de todos los compositores importantes de la historia, y no sólo las obras para piano.

Y esto plantea qué es lo que se podría entender correctamente como música de valor universal.

Si hoy decimos que la música de Beethoven es universal, no es porque el compositor haya nacido en Europa y que su música sea parte de una herencia cultural que reverenciamos por hábitos adquiridos. Al contrario, es porque su música sigue siendo comprendida por los pueblos de cualquier país del mundo. Por cualquier país, claro está, que no se haya encerrado en sus propias fronteras culturales ignorando ex profeso a todo el resto de la música.

Todos los géneros musicales son válidos y respetables, naturalmente, porque son parte de la riqueza de un “lenguaje” que arraiga en la más remota prehistoria de la humanidad. No debemos perder de vista algo muy importante: la música popular siempre fue – y será – la raíz de la música clásica (académica, culta, seria, rigurosa... vaya, ¿es que importa tanto la nomenclatura, si podemos identificarla tan fácilmente?), pero la raíz es tan sólo la base de un crecimiento. Hay tantos ejemplos de ese crecimiento en todas las épocas y países, que sería interminable enumerarlos.

Todavía podemos añadir que ocurre, como en todas las manifestaciones del arte, que hay diferentes grados de riqueza y profundidad en el contenido transmitido a través del conjunto de obras de un compositor. Ahí ya será quizá la Historia que tendrá la palabra. ¿La obra dirá algo a las generaciones de aquí a dos o tres siglos? Si así fuese, y aun si hubiese sido temporalmente olvidada y después redescubierta, tal como ocurrió nada menos que con la obra de Juan Sebastián Bach, podrá convertirse en parte del lenguaje de la música universal, porque habrá conseguido trascender épocas y fronteras estéticas.

Sin embargo, esta oportunidad futura puede depender mucho de las oportunidades en tiempo presente. Y en este punto es donde hay síntomas de un propósito bien definido, si se observan los hechos.

¿Hacia un nuevo clasismo cultural? 

Si quienes se ocupan de difundir la cultura tratan de crear una división donde se le dé importancia excluyente a toda aquella música que no sea la popular y “latinoamericana”, se está impidiendo en tiempo presente un desarrollo histórico. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que hay que tener cuidado con un enfoque que quiere perpetuar expresiones musicales en su estado originario como espectáculo identitario, sin cambios ni desarrollos que las pudiesen alterar, casi que "deformarlas" o, peor todavía, que... ¡que evolucionaran hacia algo parecido a la música "clásica"! - porque ésta proviene de "la invasión de Europa".  Según tales inclinaciones  habría que matar cualquier brote de la raíz, si apuntara en esa dirección.

¿Y cómo se consigue? En Uruguay las revoluciones culturales no se pueden hacer en base a prohibiciones. Lo que sí se puede hacer es recortar drásticamente el financiamiento a las orquestas sinfónicas, no debe haber dinero para grandes temporadas de ópera ni ballet, hay que conseguir que a cualquier músico dedicado al género clásico, sea intérprete o compositor, se le ignore y no tenga de qué vivir. El resultado por la fuerza quedará asegurado.




Esta es una nueva forma de clasismo en donde “el pueblo” ya no necesita ir a un concierto sinfónico con obras de Mozart para ser culto, ni a una ópera de Verdi o un ballet de Tchaikowsky. Por eso, financiar orquestas sinfónicas que después interpretarán a Beethoven o Brahms para deleite de una élite - sin duda cada vez más "chiquita" - de melómanos nostálgicos sería un rotundo despilfarro de dinero, según ese punto de vista. Es que no es una cuestión de disponer o no de dinero, tan sólo. No. La nueva clase culta puede pagar entradas de mil o dos mil pesos y más para asistir a un espectáculo pop, mientras que la “élite” ahora tiene el privilegio de asistir gratuitamente, o por cien o doscientos pesos, a un espectáculo de música clásica... en donde los músicos cobran poco o nada por actuar.


Se han hecho muchas bromas de humor negro para expresar algo que es pavoroso. El desprecio a los creadores e intérpretes de un género de música que, difícilmente se podría discutir, es el más exigente de todos tanto en la perfección interpretativa como en la técnica,  donde la composición de una obra puede llevar un tiempo y dedicación más que considerables, con esfuerzos de la imaginación y múltiples fuentes de inspiración, el desprecio a todo ello llevará derecho a la letra muerta.

Y la letra muerta es todavía peor que la ignorancia. Se puede dejar de ser ignorante, pero jamás se podrá conocer lo que nunca fue escrito. Cada vez que un compositor deja de escribir, muere su arte venidero. Cada vez que un joven desiste de pensar en ser compositor, nunca sabremos qué podría haber escrito. Siempre que una persona renuncia a ser ejecutante profesional de un instrumento, al ver que no le dará para vivir, le deja al compositor un vacío y le da una señal para que abandone la composición, pues ¿quién habrá para ejecutar las obras? Si por falta de recursos desaparecen las orquestas y los solistas, la señal ya será muy, muy fuerte. Una parte de la historia del país, se habrá detenido.

Restaurar el daño podrá llevar décadas, por efecto de la inercia.

GBZ

lunes, 7 de diciembre de 2015

El problema no es de sencilla explicación.

En febrero de 2015 se presentó en Beijing la ópera "El Caballero de la Rosa". Según consignan las críticas el éxito superó al de las óperas del repertorio tradicional. Esto nos merece varias reflexiones. 


Las llamadas óperas tradicionales, sea belcantistas, veristas, etc. generalmente apelan a sentimientos no diría universales, pero son permeables a diferentes culturas. La ópera de Richard Strauss parece lo más alejado de eso que se indefine como "identidad nacional", en este caso referida a la cultura china. China, país de sistema político comunista y economía heterodoxamente capitalista, parece haber entendido que luego del desastre de la llamada "revolución cultural", debía revertir su atraso, precisamente cultural. Y no solo China, sino otros países de Oriente comenzaron a mirar a Occidente y hoy es fácil advertir la presencia de músicos de esas procedencias, sea en orquestas, sea en óperas, recitales y conciertos. En otras palabras, parece que han entendido que la palabra "inclusión" tiene un sentido más vasto que apelar al nacionalismo cultural. Mientras tanto, aquí en Uruguay se ha desvalorizado la música clásica a un punto tal que solo una reacción fuerte de quienes desde diferentes ámbitos deben cumplir con el lema de "sean los orientales tan ilustrados....." (ya sabemos como sigue) podrá al menos alertar sobre esta penosa situación. En el panorama de la música clásica esa premisa artiguista no se cumple. Se ha optado por apoyar un nacionalismo mediocre y en todo caso más comercial que cultural. La perla de estas irracionalidades será sin duda el Concierto de salsa y lo que venga en el Auditorio Nacional con la Orquesta Juvenil. Los grandes compositores uruguayos de ayer y de hoy siguen en el olvido, al igual que los artistas de música clásica, al punto que una pianista ha sentido ser "una especie en extinción".

Es el momento de reaccionar.

En la edición de mayo de 2015 de la revista ÓPERA ACTUAL se lee la "corta historia del NPCA (Centre for the Performing Arts") ya suma 36 nuevas producciones de ópera occidental, teniendo como objetivo llegar a la meta de las 50 en 2017". Teniendo en cuenta los tiempos chinos es muy posible que se llegue a esa meta.

Es incomparable la demografía china con la uruguaya. Pero el punto es otro. En China parecen haber comprendido el error de la Revolución Cultural de los años 60 y han entendido que la música es un arte universal y que las lamentables políticas nacionalista populistas (que no es lo mismo que nacionalistas) implican un retroceso cultural.

Nadie en su sano juicio puede trasladar la experiencia china a la uruguaya, pero se debe aprender que el empobrecimiento cultural es irreversible. Daña a generaciones, las priva de futuro. Creer que la música clásica es aburrida es propio de gestores que solo piensan en la mercancía y no en la perspectiva de una sociedad que merece los mejores productos culturales.


Y aquí una pausa. Más allá de las responsabilidades gubernamentales, estimo que se ha enquistado en la sociedad la idea de que se puede prescindir de los bienes culturales, o bien, que cuando hablamos de ellos los enfocamos en un sentido de exclusión. Valga la paradoja, para incluir hay que excluir. Murga vs. Misa en Si de Bach.

Decía que el problema no es de sencilla explicación. El Estudio Auditorio se incendió en 1971. En 1985 se inició la etapa de reconstrucción. Luego, cinco años sin obra, luego cinco años en que algo se hizo, luego, otros cinco con la obra detenida. Recién en 2009 se pudo inaugurar el Auditorio Nacional.
Pero un teatro no es solo un edificio, es también un alma, un ansia de mejora, una exigencia de calidad, debe ser un espacio de convivencia y ello ya implica la idea de inclusión. De inclusión al rigor y no a las baratijas que nos aportan los gestores. Pobre el país en el que los gestores culturales abundan en detrimento de los hacedores de cultura.  Solo pido que pasen los ojos por la web de la NPCA de China para ver cómo encara un país de signo socialista su programaciónhttp://www.chncpa.org/ens/

Y podemos incluir páginas web no ya de Nueva York o de París, sino de nuestros vecinos latinomericanos, como por ejemplo el Teatro Colón de Buenos Aires, o el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, entre otros, quienes no han tenido que pedir perdón por tener orquestas que toquen Beethoven y otros más antiguos y modernos, así como a sus compositores. Es probable que también en esos países haya problemas, pero estos nos enseñan a no cometer errores.

Jorge González Bouzas

miércoles, 21 de octubre de 2015

POR QUÉ LA DESASTROSA SITUACIÓN DE LA MÚSICA CLÁSICA EN EL URUGUAY NO SE SOLUCIONA CON LA MEDIDA ANUNCIADA POR EL CONSEJO DIRECTIVO DEL SODRE.


"Un equipo especializado y orientado a la calidad y excelencia"                                                                                                                                              http://www.sodre.gub.uy/node/341


Como su propio título lo indica, este colectivo integrado por ocho miembros no es nada más que una Mesa de Programación. Pretender sanar el horrible desamparo en el que ha caído la música clásica, seria, culta o como la quieran llamar en el Uruguay, con un comité programador, es como tratar de resolver los agudos problemas de transporte y tránsito en Montevideo instalando un varita en 18 y Bulevar. La música clásica, patrimonio inalienable de nuestra sociedad desde el inicio de nuestra vida nacional, depende del cimiento artístico que le dan una gran orquesta sinfónica y una gran temporada sinfónica. Es la música sinfónica la que (con poquísimas excepciones) concitó la creatividad, originalidad y genio de los grandes compositores que le dieron vida al género llamado “clásico”. La ópera y el ballet son literalmente inconcebibles sin el sustento musical sinfónico. Y para ese sustento se necesita una orquesta profesional y completa, no el muñón desvalido en que han convertido nuestras actuales “hautoridades” culturales a la otrora prestigiosa OSSODRE. No es “coordinando programación” que se rescata a una Orquesta Sinfónica diezmada, ni se vuelve a colocar en su debido lugar al elemento esencial de la vida musical de un país.
La milanesa revela su verdad, quizás, cuando leemos en el comunicado que esta medida “responde a la necesidad…(de) erigir al SODRE como una institución cultural que responda a todos los públicos y a los desafíos de la época actual, buscando atender las demandas de una sociedad moderna y buscando siempre facilitar el acceso de la cultura de todos los habitantes y visitantes de nuestro país.” Hmm…¿qué quiere decir “todos los públicos”, “época actual”, “atender las demandas de una sociedad moderna”, “acceso a la cultura de todos los habitantes”, y todo el palabrerío que espetan nuestras actuales “hautoridades”? ¿No será que al negarse a nombrar un Director Artístico tradicional (con mucha más autoridad que el director de un cuerpo estable), encargado de imponer una visión de calidad a la actividad sinfónica, operística y de cámara, de contratar directores invitados y solistas, y de llevar a cabo una programación sensata (p.ej., no programar sinfonías de Mahler con un ensemble permanente de menos de 50 efectivos), lo que  persiguen las “hautoridades” es seguir marginando a la música clásica, para dar más cabida aun al candombe, a la murga, a la salsa, al circo y a todos los otros espectáculos que han convertido al SODRE en un Maipo de provincia?


Alberto Reyes

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Proclama

Brillante concierto de la OSSODRE en la noche del sábado 26 de setiembre de 2015, con solista de lujo, nuestro compatriota Alvaro Pierri. Previo al concierto, se le expuso al público que colmaba el Auditorio la grave situación por la que atraviesa la orquesta. Largos minutos de aplausos fueron la respuesta a los reclamos. Aquí el texto completo de la proclama leída:


A mediados de 2016 se cumplirán 85 años del primer concierto de nuestra orquesta, que orgullosamente ostenta el decanato de las agrupaciones sinfónicas nacionales de nuestro continente. Desde entonces el prestigio de la OSSODRE trascendió fronteras y se instaló firmemente en el corazón de los uruguayos como uno de los baluartes de la cultura nacional, constituyéndose asimismo en referente ineludible de la música sinfónica latinoamericana.
La oscura década del 70 acarreó a la OSSODRE, además del incendio del emblemático Estudio Auditorio, el comienzo de un proceso de profundo deterioro institucional, que con altibajos continúa hasta nuestros días, producto del desinterés y la desidia de las autoridades de turno.
La inauguración de este maravilloso Auditorio nos devolvió la esperanza de un renacer de nuestra querida orquesta.
Han pasado seis años. Sin embargo hemos visto cómo las prioridades de quienes lo dirigen son otras. Su modelo de gestión reformula el rol de los cuerpos estables: de generadores de cultura y difusores del acervo artístico nacional, al de vendedores de miles de entradas. Obviamente, una Orquesta Sinfónica Nacional de calidad no es funcional a este proyecto.
De los 168 espectáculos presentados en el Auditorio en 2014, sólo ocho tuvieron a la OSSODRE como protagonista.
Al finalizar la actual Temporada, nuestra presencia en este escenario habrá sido incluso aún menor.
Uno de los escasos aciertos de la pasada Dirección Artística fue la contratación del Maestro Stefan Lano como nuestro Director Titular. En los tres años de trabajo conjunto con él, la Orquesta alcanzó extraordinarios niveles de excelencia. Desde el primer momento, el maestro Lano se erigió en enérgico opositor a este modelo de gestión y en firme defensor de la institucionalidad de la OSSODRE y de los derechos de sus integrantes. Ello le valió la arbitraria y grosera rescisión del contrato.
En reiteradas ocasiones hemos manifestado que la Orquesta Sinfónica del SODRE es víctima de un sistemático desmantelamiento y está en real peligro de extinción. Esto no es una figura retórica ni exagera en lo más mínimo la situación.
Actualmente 52 profesores integramos la plantilla de músicos estables. Nuestro ingreso se produjo mediante rigurosos concursos de oposición con prestigiosos jurados internacionales. El último de ellos se llevó a cabo en 2006.
Desde entonces las vacantes generadas -que al día de hoy suman 47- se han estado cubriendo con artistas extras, contratados de manera absolutamente precaria. Llevamos mucho tiempo reclamando la impostergable realización de los concursos que brinden a estos compañeros la oportunidad de regularizar su situación laboral. Al mismo tiempo, jóvenes instrumentistas formados durante estos años, músicos compatriotas que han debido emigrar en busca de mejores oportunidades e incluso colegas de otros países, tendrán la posibilidad de engrosar y enriquecer nuestra principal agrupación sinfónica.
Por desgracia para la cultura nacional, uno de los puntos fundamentales del proyecto de nuestros “gestores” es la modificación drástica de la estructura institucional de los cuerpos artísticos.
Su propuesta, que está en práctica desde hace varios años, incluye la eliminación paulatina de los cargos presupuestados y su sustitución por trabajadores eventuales. En nuestro caso, ello conduce inexorable y dramáticamente a la transformación de la orquesta nacional en un conglomerado sin identidad, integrado por instrumentistas free-lance sin ningún arraigo y carentes de los más elementales derechos laborales.
El nuevo Consejo Directivo, que a diferencia de los anteriores ha mostrado voluntad de diálogo, manifestó a nuestros delegados que los únicos concursos previstos en este período, son los internos para efectivizar los cargos de solista, que varios de nosotros venimos ejerciendo desde hace años en forma interina, descartando de manera tajante los llamados externos para llenar las vacantes. Estos concursos solucionarían apenas una ínfima parte del gravísimo problema que aqueja a nuestro cuerpo orquestal.
Nosotros consideramos inaceptable esta propuesta. La Orquesta Sinfónica, reunida en asamblea, decidió, por abrumadora mayoría, que ninguno de los Profesores de la OSSODRE se presentará a dichos concursos internos a menos de que las autoridades establezcan una fecha próxima para el llamado a cubrir la totalidad de las vacantes.
Somos artistas, amamos nuestra profesión y en cada concierto entregamos a plenitud nuestros conocimientos, esfuerzo y sensibilidad. Defenderemos nuestra fuente de trabajo y la de las nuevas generaciones de músicos.
Llevaremos hasta sus últimas consecuencias la lucha no sólo para mantener viva a la Orquesta, sino para devolverla al sitial privilegiado que ocupó en nuestra cultura y que nunca debió perder. Sabemos que ustedes no nos dejarán solos en esta dura batalla.
Disfruten el concierto.

sábado, 18 de julio de 2015

Al que le quede bien el poncho... que se lo ponga.

 

... luego de mas de 3 décadas en los micrófonos de cx 6, me permito expresar la falta total de vocación por la difusión de la música culta en sus diversas corrientes en nuestra querida emisora...”


La actitud reacia a la música clásica evidenciada por el SODRE, bajo el amparo del concepto de “élite” que le quiere atribuir al público del género, sería nada más que la punta de un iceberg más profundo de lo que se cree.

La denuncia.

Esto ocurrió hace nada más que un año y medio, aproximadamente. Encaja perfectamente en la orientación evidente que tiene el SODRE en los últimos tiempos. Lo que sigue nos llegó por mensaje privado, pero con autorización expresa de quien firma para hacerlo público:

   “Con profundo interés he leído el articulo de Javier Bezzato que comparto plenamente. Por mi parte, luego de mas de 3 décadas en los micrófonos de cx 6, me permito expresar la falta total de vocación por la difusión de la música culta en sus diversas corrientes en nuestra querida emisora, que me llevaron al final a jubilarme antes de lo previsto. Falta de vocación que se traduce en agravios, desconocimiento, demagogia sindical, falta de interés y notorio complejo cultural en operadores y mandos medios, con resultados desastrosos que aún se pueden comprobar en la diaria sintonía.
   "Por años me he quejado de los baches interminables, antes y después de los anuncios. Las veces que he salido al pasillo a reclamar la presencia en cabina del funcionario "responsable" diciéndole: "el disco se fue" y la invariable respuesta "no te preocupes Romero...ya va a volver". He tenido operadores que "rebobinaban" cintas o hacían ruidos de ex profeso con el micrófono abierto. Otros a quienes les importaba un rábano si se anunciaba un barroco y salia al aire un dodecafónico. Y el desinterés mayor se vive ahora, donde las emisoras de "importancia para el gobierno" tienen hasta 8 repetidoras y cx6 ninguna, con el agravante de que en el litoral es "tapada" por una radio de Asunción. La dirección ha puesto al frente (con suculento salario) a un vitalicio jurado de carnaval, cuyos conocimientos músico-culturales son de un excelente paracaidista. Obviamente estoy a las órdenes para cualquier inquietud que Uds. puedan tener sobre mis vivencias en Radio Difusión Nacional y no tengo ningún inconveniente en que estas manifestaciones tomen estado público.”

Atte: Antonio Jorge Romero.

Posdata

El Sr. Romero dice, todavía, que el 27 de Dic de 2013 el encargado de la emisora le indicó a gritos que no hiciera más los programas líricos. Y relata así el desenlace del episodio:

    “Al contestarle que él no era nadie para decidir eso, me dijo que estaba encargado de cx6 por orden del (ya fallecido) director de las emisoras, el Sr. Saccomani. Ante este disparate resolví volver a la cabina a mis anteriores funciones de locución, pero la Sra Ruffo me indico que ya no pertenecía más al sector.
   “Por lo tanto, falto de respaldo de mandos medios, solicité en ctas. personales mi jubilación. Es importante destacar que denuncié el atropello ante el Consejo Directivo, sin resultados, y que mis programas (tanto Aria Prima como Lirica Viva) se siguieron emitiendo hasta el 31 de Dic. de ese 2013.”

Según el Sr. Romero, nunca se le explicó un motivo para impedirle seguir con sus actividades. Había ingresado por concurso de oposición en 1978, y a la radio oficial el 1 de enero de 1980.

He aquí una pregunta incómoda: ¿Nadie en el Consejo Directivo escucha la única emisora de radio que transmite música clásica?

¿Nadie?

Peor todavía, ¿cuál sería la explicación para el silencio por toda respuesta para una denuncia expresamente hecha al Consejo Directivo?

Habría una sola explicación: La displicencia de los directores es un buen poncho para abrigar a los irresponsables, si hay denuncias alrededor de la música clásica. Claro, hay una disculpa inmejorable: la emisora ya no pertenece más a la órbita del SODRE y eso parece que es definitivo. 

sábado, 27 de junio de 2015

El Uruguay: un mate bien amargo.

"La música académica abre puertas a la Historia, nos acerca a otras culturas y a persona de diferentes medios socio-económicos."

  El siguiente artículo fue publicado en Facebook por el pianista uruguayo Javier Bezzato  el 2 de marzo de 2014  y reproducido, con permiso del autor, en el blog Música Clásica aquel mismo año. 

Más de un año después viene bien recordar las reflexiones que Javier nos quiso transmitir, porque conservan una pasmosa actualidad.

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Hace días que vengo pensando y pensando sobre los problemas de la orquesta del Sodre. Me gustaría transmitirles mis reflexiones.

Existen algunos prejuicios con respecto a la música denominada clásica, culta o académica y a las personas que la practican: el músico clásico, culto o académico. Esto sucede lamentablemente en muchas partes, pero en Uruguay, tal vez por ser un país con pocos habitantes, se percibe un poco más. A esto se puede agregar la falta de suficiente transparencia en las gestiones culturales. Esta es una de las razones por la que me fui hace ya más de diez años, queriendo ampliar horizontes en mi formación y buscando futuro laboral.

Como lo definió Nibya Mariño con sencillas palabras en una entrevista para Subrayado: la música “... es como un mensaje espiritual, llega a todos.” La música culta no busca ser elitista, está abierta a entrar en contacto con otros géneros musicales y busca llegar a la gente. Cualquiera de ustedes, músicos, puede confirmarme que, si bien podemos concebir nuestro hermoso oficio como una importante misión que llevamos adelante con entusiasmo y pasión, esto no implica que seamos seres superiores a otros o pertenecientes a una casta selecta. Tampoco lo ve así la gente que se siente atraída por ella. La música académica abre puertas a la Historia, nos acerca a otras culturas y a persona de diferentes medios socio-económicos. Basta comprobarlo entre los músicos mismos o simplemente entre los melómanos. Otros géneros musicales o manifestaciones artísticas tienden a tener un alcance local o regional y a limitarse a su ámbito socio-cultural, fortaleciéndolo y enriqueciéndolo. Pero me atrevería a decir que, un aficionado al carnaval uruguayo sabe, tal vez, poco y nada del carnaval en Basilea, por ejemplo. Así que en tema de apertura, tolerancia e integración existen muchos prejuicios y creo que el continuar y mejorar las condiciones de la práctica de la música clásica en nuestro país (y por consecuencia, asegurar la existencia en este caso de una orquesta sinfónica estatal) solo puede traer ventajas para nuestra sociedad. ¿Es tan difícil entender que también hay personas comunes y corrientes, de cualquier estrato social o económico, que se emocionan con Mozart, Chopin o Ligeti y encuentran así una mínima pizca de trascendencia en esta vida terrenal?

Estos prejuicios influyen también lo que se entiende o sabe sobre un aspecto fundamental del trabajo que desarrolla el músico: la práctica instrumental. Tarea que insume una carga horaria muy grande y que, por las características del oficio, se realiza en un ámbito privado y personal, a diferencia de un bailarín, el cual, a las horas de ensayo suma el tiempo de práctica personal, en este caso realizada en forma colectiva, "a la vista" de todos.

Aclaro todo esto (para muchos rotundamente evidente), porque he leído declaraciones de la presidenta del Consejo Directivo del Sodre
que dejan entrever una falta atroz de conocimiento y sensibilidad en la materia. Incluso dejando de lado la aberrante y vergonzosamente ignorante declaración de que en el mundo no existen orquestas sinfónicas presupuestadas (el número de integrantes necesario para una orquesta de esa características no hay que aclararlo).

¿Alguien me puede explicar cómo personas tan incompetentes en la materia ocupan tales puestos y se llevan en sus bolsillos suculentos sueldos? Creo que criterios de otra índole que los artísticos y de capacidad de gestión ponen al frente esa gente. ¿Favores políticos, tal vez?


Otra pregunta: ¿qué se les dice a los chicos de la Orquesta Juvenil sobre el futuro que les espera?
Una posible respuesta: "Miren, vivimos en un país donde te podés fumar con toda tranquilidad unos ricos porros, cualquiera se puede casar con cualquiera y ser feliz. Eso sí, si te gusta Beethoven, acá vas a tener pocas oportunidades en tu vida."

No estoy en contra de los géneros populares ni creo que uno sustituya a otro, incluso los admiro y practico (lo confirman mis próximos conciertos aquí en Suiza), pero la música clásica debe tener el lugar preponderante en el Sodre que siempre tuvo. Para eso fue creado, ¿no? Lo más triste es sentir la decadencia de una institución que supo ser ejemplar. Que lo digan los que vivieron la época de oro del Sodre! La ley de 1929 prevé la formación de los cuerpos y escuelas de formación que posee el Instituto. El Sodre es financiado por el Estado, o sea, por los uruguayos. Y debe ser para los uruguayos, incluso para los uruguayos que gustan de la música sinfónica. La Cultura no debería ser (por lo menos en esa institución) un negocio, sino un patrimonio del país. Y en el caso que ese modelo ya no funcione, hay que buscar otro que sea efectivo y digno para todos.

Algunas cosas han mejorado (también hay que ver lo bueno). Un ejemplo (a pesar de las tensiones actuales): hace algunos años se podía asistir a las funciones del Cuerpo de Baile del Sodre (hoy Ballet Nacional), donde sólo estaban presentes, además de los bailarines por supuesto, la madre de algún integrante del Cuerpo, con suerte la novia de alguno de ellos y, si aun no había fallecido, alguna que otra tía-abuela. Hoy en día la cosa es muy diferente. Una historia feliz... Pero no recuerdo una gran muestra solidaridad o apoyo institucional frente a esa problemática situación, que duró bastante tiempo. Eso también era amargo.

No dudo en las buenas intenciones de la Sra. Presidenta, como lo confirma en una declaración a 180: "... Hemos trabajado como bestias para resolver...". Pero en la declaración misma describe la forma en que lo hace.

La regla debería ser así de sencilla: el músico cumple con sus compromisos artísticos en tiempo y forma y recibe a cambio su contrato y sueldo en las mismas condiciones.

Me alegra mucho saber que la orquesta denuncie su situación y haga sus reclamos TOCANDO. La trinidad compositor-intérprete-público es lo que obra maravillas y es lo que hay que mantener vivo. Para MOVER a la gente hay que CONMOVER.

Yo, por ahora, dejé de tomar mate. Para amarguras me alcanza la triste realidad.


Javier Bezzato

En facebook.

domingo, 21 de junio de 2015

UNA HISTORIA INEXPLICABLE

Nuestra historia musical demuestra la importancia de la música clásica en la vida cultural uruguaya y, en ocasiones, a niveles extraordinariamente altos. Por ejemplo, en 1940 se trasmitió a través de las radioemisoras del SODRE, incluso las de onda corta, una serie de conciertos dirigidos por Arturo Toscanini desde el Estudio Auditorio. A eso se agrega una lista impresionante de visitantes ilustres como Igor Stravinsky, Ottorino Respighi, Heitor Villa-Lobos, Manuel Ponce, Humberto Allende, Godofredo Petrassi, Paul Hindemith, Aram Jachaturián, Aaron Copland, William Walton, Camargo Guarnieri, Albert Wolf, Erich Kleiber, Fritz Busch, Jascha Horenstein, Paul Paray, Clement Krauss, Herman Scherchen, Víctor de Sabata, Sir Malcom Sargent, Arthur Rodzinsky, Nicolai Malko, Paul Klecki, Witold Rowicki, Leopold Ludwig, Wilhelm van Otterloo, Kiril Kondrashin, Jean Martinon, Enrique Jordá, Antal Dorati, Howard Mitchel, Juan José Castro, y otros más que definieron una época dorada.

No debemos olvidar, sin embargo, que todo aquel período pasó por la Segunda Guerra Mundial, y Uruguay obtuvo un beneficio artístico al recibir aquí a muchos de aquellos huéspedes que buscaron un refugio. Pero, después de la guerra, en 1953 Lamberto Baldi reafirmó todavía una OSSODRE destinada a alcanzar el nivel más alto de su trayectoria, llegándose a considerarla la mejor orquesta sinfónica de Sudamérica y una de las mejores del mundo. 
 

¿Sería muy caro reconstruir aquel grado de excelencia?

Cualquier lector atento pensará que ahora, cuando está de moda la famosa “austeridad” que pasa la tijera en la cultura antes que nada, aquello sería inviable. Puede ser, y el argumento más a mano sería que el cachet de “monstruos” como los de aquella talla, hoy no se podrían pagar. Pero ¿alguien puede creer que varios de los espectáculos pop que el SODRE presentó en alguna temporada anterior, y los que presentará en esta de 2015, acaso son baratos?

Ah, claro – se podrá decir también – la cuestión es la taquilla, buscar que no hayan espectáculos deficitarios. Pero véase lo que también el propio SODRE dice al respecto en su página web:

      “La OSSODRE ha tenido desde su nacimiento la gran ventaja de no esclavizarse con la taquilla para sobrevivir. Como organismo con rubros propios, pudo planificar su acción con vistas a la cultura y nunca dependió del reclamo de sus abonados para confeccionar sus programas. Esto dio a los primeros directores espacios de audacia e imaginación, de exigencia estética y de variedad estilística, que los organismos privados rara vez pueden permitirse. Aunque esta independencia y variedad disminuyeron bastante cuando se terminaron los directores estables, de todos modos el nivel medio del repertorio sigue siendo más riguroso y mejor dosificado que el de muchas orquestas famosas que tienen la obligación de llenar las salas y de hacer el gusto a sus protectores.”

Tal como he señalado con insistencia en artículos anteriores, la temporada de conciertos 2015 no sólo es paupérrima, sino que está llena de contradicciones que apuntan más bien a estabilizarse que a buscarles solución. Se prejuzga que la música clásica es para una élite y que hay que "democratizar" el arte, como si el pueblo uruguayo fuera incapaz de apreciar otra cosa que lo que los medios difunden hasta el hartazgo. No hay duda, entonces, de que lo que se busca es la taquilla. 

Y esto puede involucrar la calidad de los espectáculos. 

En una situación tan dependiente, la cuestión de la evaluación de la calidad pasará, de ser un problema de gestión, a convertirse en un problema político que puede llegar a poner en riesgo la ruta inicialmente trazada hacia determinados objetivos. Ahí el desafío es para el Director Artístico, quien deberá reconocer cuáles son los elementos en el entorno que puedan plantear nuevas oportunidades o, por el contrario, nuevas amenazas a resolver. Deberá trabajar en conjunto, con el personal artístico y el Directorio, para trazar un curso de acciones hacia el futuro. Y éste, justamente éste, es el meollo de la situación de hoy.

Falta consenso.

Sería esencial establecer por parte del Consejo Directivo, en conjunto con la Gerencia General y los cuerpos estables, una política cultural delimitada a nivel de Estado. ¿Hace falta, para ello, una declaración de misión y visión que sea comunicada y compartida a través de todos los integrantes de la institución? Parecería que no, porque esa declaración está implícita en el contenido de la propia Ley de creación del SODRE. En aquella fuente es donde se debe buscar que cada miembro sea consciente de su responsabilidad en la consecución de los objetivos. La declaración de la misión y visión es un elemento clave para indicar cuál es el camino posible de recuperación del grado de excelencia que distinguió al SODRE en el pasado.

El Auditorio Adela Reta es un complejo de 25.000 m², con una sala principal de 2.000 localidades destinada a espectáculos líricos, sinfónicos y de ballet. Su foso puede albergar a más de 100 músicos, está organizado en tres módulos y cuenta con un sistema de elevación automatizado. El escenario, el más grande del país, tiene una altura libre de 27 metros y una boca de escena regulable que puede alcanzar 15,50 metros de ancho por 12 metros de alto. El complejo cuenta con una segunda sala, más pequeña, destinada a la música de cámara y repertorio experimental, con la flexibilidad técnica necesaria para que pueda ser transformada a conveniencia. Además, tiene modernas salas de ensayo, con un sector de talleres ubicados en tres niveles de doble altura, para la producción y realización de los montajes escénicos y la caracterización de los intérpretes. Por otra parte, cuenta con un anfiteatro, áreas para exposiciones y sectores de 'foyeres' y cafeterías. El edificio tiene características acústicas especiales en toda su construcción, especialmente el cubo interior que contiene el escenario y galerías. Se han invertido más de USD 100.000.000 hasta la finalización de las obras.

¿Para qué? 

En 2012 Ariel Cazes explicaba muy bien para qué, en una entrevista televisada donde se refería también la respuesta del público. Vale la pena escuchar lo que decía en aquel año no tan lejano:






Hay que decir también que a pesar de aquellas declaraciones, en cambio al inaugurarse la temporada 2015 con el “Concierto por la memoria”, Cazes decía a Montevideo Portal que "No se invirtieron más de 100 millones de dólares para que esto fuera para una élite de iluminados”. ¿Cuál será la “élite” que no merecería esa suma de dinero invertido? ¿Será la que deba conformarse con los poquísimos conciertos de la OSSODRE y la reducida programación de espectáculos de ballet, de ópera y de música de cámara? ¿No será un grave error considerar que el pueblo uruguayo es incapaz de disfrutar y comprender otra música que la que los medios le quieren imponer? Sin duda algo anda muy mal.

Y casi ni valdría la pena seguir reiterándolo, pues el problema ya es de conocimiento público. Pero, si volvemos de nuevo muy atrás en el tiempo hallamos hechos sorprendentes. Hay dos documentos que conviene conocer.

Primero: Lo decía Lauro Ayestarán.

Allá por 1935 nuestro eminente musicólogo, investigador incansable de las raíces de la música nacional, defensor de esas mismas raíces incluso populares (no confundir con lo que hoy la mass media difunde como "popular"), escribía:

"La OSSODRE está olvidando su cometido - Sólo cuatro audiciones sinfónicas se han realizado este año - Falta calidad en los programas.
“En 1931, la Ossodre realizaba 37 conciertos. En 1932, bajaba su númer a 29. En 1933, solamente 21. En el año pasado, 15. Y en la actual temporada a la que sólo quedan dos meses de actividad, 5 conciertos, uno de los cuales de carácter particular ofrecido al Presidente de Brasil."


(Fuente: Biblioteca Digital del Centro Nacional de Documentación Musical CDM).

Este es el documento original completo donde Ayestarán firma con el seudónimo “Ural” en “El Bien Público”, en fecha 30 de agosto de 1935. Nótese que el mismo documento también se refiere a "el desprecio hacia la producción americana".  Esto hace pensar en algo muy desagradable, porque evidentemente hay una historia que se repite sin que haya alguna explicación clara.  Es que la historia no termina ahí, hay más. La cita siguiente deja muy mal parado al Estado uruguayo, de ayer y de hoy, porque toca una característica de idiosincrasia.

Segundo: "El peso del destino".

La cita siguiente fue tomada directamente de lo que escribió Leonardo Scampini, El País Cultural Nº 570, 6 octubre 2000 titulado "Lauro Ayestarán - el peso del destino":

      "...Su renombre internacional  (llegaba) a tal punto que continuamente recibía los llamados de Sociedades norteamericanas -rememora su hijo Ángel-para que se fuera a trabajar allá. Le decían: "Pero, mire, nosotros lo vamos a sentar y usted se va a dedicar a investigar y no va a tener problemas de dinero ni de nada", y en cada ocasión él les decía:  "Yo trabajo en mi país y para mi país". Y si se hubiera ido, hubiera tenido un poco más de dinero y hubiera realizado una obra más grande que la que llegó a concretar".
Su vocación de servicio al país, se evidencia en el deseo de que su biblioteca musicológica, una de las más importantes de América, quedara en el Uruguay. Cuenta Ángel que "a las dos semanas de la muerte de mi padre, vino Stevenson de los Estados Unidos con un cheque de la Fundación Ford para llevarse la biblioteca. "Dígame usted el precio", dijo Stevenson, y a pesar de que habíamos quedado en la ruina económica y que ese dinero nos podía haber salvado, mi madre cumplió con la voluntad de Lauro y no la vendió. El Estado Uruguayo demoró ocho años en pagarla".
"Entre las colecciones que había dejado mi padre -agrega Ángel- estaba la de partituras con pie de imprenta uruguaya, es decir, todo lo que se había impreso en Uruguay de música uruguaya. Eran seis mil partituras, más manuscritos de músicos uruguayos como Fabini, Cluzeau Mortet y el original Himno Nacional de Debali. Esa colección mi madre se la ofreció tres veces al Estado y en todas las oportunidades se le contestó que no existía interés. Esa actitud le molestó tanto a mi madre que cuando la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos vino a comprarla, ella terminó vendiéndola. Y allá está la "Lauro Ayestarán Collection" perfectamente cuidada y guardada".


Cualquier "remiendo" que se haga a un hecho como éste, no haría más que demostrar una sola cosa: yendo hacia adelante y atrás no se llega a ninguna parte. Sea la Orquesta Sinfónica con sus glorias y altibajos, sean los cuerpos estables del SODRE, sea incluso la Filarmónica de Montevideo y aun el MEC y las instituciones oficiales y privadas de enseñanza musical, y los sistemas oficiales de radio y televisión, todo ello, en conjunto integra un organismo cultural enorme que no debe andar a la deriva. Digámoslo bien claro: no puede estar dependiendo de puntos de vista político-partidarios de turno. Al contrario, es necesario que haya una política de Estado.

Y que sea abierta al mundo y a siglos de historia del Arte.


GBZ 

sábado, 9 de mayo de 2015

¿Una Rosa con otro nombre...?

Foto de Alberto Reyes. El SODRE nació con el nombre "Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica". La ley de 1929 creaba, sencillamente, una radio nacional, para "perifonear programas culturales e informativos...con fines de mejoramiento espiritual de los habitantes del país". Luego se creó en el SODRE una orquesta sinfónica, un coro, un conjunto de música de cámara, un cuerpo de baile y un elenco de radioteatro, y la institución comenzó una distinguida tarea de llevar al país los frutos de la cultura, entre ellos, en lugar prominente, la música clásica.
 
Hoy el SODRE se llama "Servicio Oficial de Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos". Su orquesta está diezmada y apenas realiza seis conciertos de temporada sinfónica, sus otros cuerpos estables, salvo el Ballet, agonizan entre el descuido y la indiferencia de todos, y la música clásica es el pariente pobre del rubro "espectáculos". Ese cambio de nombre ya debería haber sido una señal de alarma para la cultura uruguaya (aunque vemos por el reciente brouhaha de otra gran institución nacional, la Biblioteca, que ya nada alarma a la cultura uruguaya). La inocente letra E de SODRE, "espectáculos", fue el caballo de Troya que permitió desvirtuar totalmente la misión de "mejoramiento espiritual de los habitantes del país", dar lugar a murga y circo, y convertir a la espléndida sala Adela Reta en el simple "Auditorio", léase, un común teatro de variedades.


Pero el problema de nomenclatura no acaba ahí, queridos conciudadanos. Parece que por la ley 18.996 de 2012, reglamentada en diciembre de 2014, se crea la "Unidad Ejecutora 024" con el nombre de "Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional", que incorpora a Canal 5 (ex TV del SODRE) y también a....¡la radio del SODRE! es decir, de un saque, se elimina del "SODRE" a la "Radiotelevisión" (¡afuera con la pinche letra R!) y nos queda el ¡"SODE"!, a saber: "Servicio Oficial de Difusión y Espectáculos". Pensemos un poco: sin radio ni televisión, ¿de qué "difusión" están hablando? ¡Marche la D! ¡Tengamos un SOE!. Pregunto (sí, a mis conciudadanos, no miren para otro lado) ¿queremos un Servicio Oficial de Espectáculos? ¿O es hora de salvar el patrimonio cultural uruguayo, inclusive la música clásica, y rescatar a una institución que, como cualquier bastardo, ni siquiera sabe qué nombre ponerse?


Alberto Reyes

jueves, 30 de abril de 2015

Una propuesta: Agencia Nacional de Conciertos

     No pretendo dar más que un puntapié inicial al tema, seguramente habrá mucho que corregir, detallar y definir. Pero creo que ya es hora de empezar...

     Como siempre en nuestros países, hay una buena oferta potencial y una buena demanda potencial de música clásica, y lo que no funciona bien, o no existe, son las interfaces entre esos dos lados, y la institucionalidad para llevarlas a cabo.
     Propongo la creación de una Agencia Nacional de conciertos, dedicada exclusivamente a la música clásica. No por excluir a otros géneros, sino porque las interfaces para los otros géneros cultivados en el Uruguay ya existen: los medios les prestan atención, los organizadores privados presentan conciertos, los patrocinadores los apoyan. La idea es llevar cultura a todos y no que todos tengan acceso al mercado cultural, que no es lo mismo a pesar de lo que se nos quiera hacer creer.

La ANC podría tener las siguientes características:

  •  Presentaría conciertos en todo el territorio nacional, con foco predominante en el Interior.
  • Funcionaría mediante convenios con las Intendencias Municipales, las cuales se comprometerían a organizar al menos dos conciertos por año en su departamento. Las Direcciones de Cultura de cada IM harían un relevamiento de salas aptas (en términos de acústica, aislamiento de ruidos, disponibilidad o no de piano, etc.). Si avanza el proceso de descentralización, la ANC podría eventualmente hacer convenios con Juntas Locales también.
  • La ANC tendría artistas bajo contrato, a largo plazo, y les pagaría por un arancel a establecer. La selección de los mismos se puede hacer de varias maneras, pero sería importante hacer un concurso de selección al menos cada dos años para garantizar las posibilidades de los jóvenes de acceder gradualmente al sistema; sin embargo no hay que descuidar a los artistas ya establecidos.
  • En principio habría que enfocarse en los músicos nacionales, pero eventualmente se podría también traer a extranjeros.
  • La financiación de los conciertos, traslados y estadía de los músicos sería compartida entre los gobiernos departamentales y recursos del gobierno nacional y del FONAM, y eventuales patrocinadores privados.
  • Los conciertos no serán con entrada gratuita, aunque las Intendencias podrian poner un precio simbólico a la entrada, si así lo prefieren. (Siempre me resulta divertido que se nos tache de elitistas - los que así lo hacen tendrían que considerar lo que cuesta una entrada al Teatro de Verano en Carnaval o a un concierto de rock).
  • Tendría un plantel de funcionarios mínimo, ya que se trata de una función de coordinación, pero al menos una oficina tendrá que tener, y al menos un encargado de programación y alguien que se ocupe de la logística y la comunicación con los gobiernos departamentales.
A ver qué les parece.

Eduardo Fernández




lunes, 27 de abril de 2015

UN PLAN DE ACCIÓN




En mi artículo anterior  propuse la creación de una institución privada, una que sea capaz de contrarrestar una posible realidad irreversible: ¿Hay que decirle adiós a la música clásica en Uruguay?

La pregunta obvia es ¿cómo llevarlo a la práctica? ¿Se podrá? De esto quiero hablar ahora.



Una perspectiva a tener en cuenta.
Acerca de cómo hacer viable el proyecto de la índole que propongo, hablaré en un próximo artículo. Hoy quiero llamar la atención sobre una perspectiva real que, muy probablemente, definirá el éxito o el fracaso del emprendimiento, e incluso si vale la pena o no intentarlo. 

Hay todo un trabajo que comenzó nada menos que allá por los años 80 del siglo pasado, en sentido de conscientizar al público acerca de la importancia de la “identidad uruguaya” en la música. Esa política cultural parecería haber llegado a un punto culminante en 2015, o sea más de 40 años después. Y eso es mucho tiempo en el sentido educativo. Entre quienes abrevaron de aquellas fuentes, puede ser que hoy se encuentren personas que ocupan altos cargos en la programación de espectáculos musicales. 

Lo que llama mucho la atención, no es tan sólo la reducción progresiva de oportunidades para escuchar a los genios más grandes de toda la historia de la música. También se reducen las oportunidades de presentarse en público a los intérpretes y – nunca está de más repetirlo - también se excluye a los compositores uruguayos. Y éso es una gran contradicción. ¿Acaso todos ellos, compositores e intérpretes, no forman parte de nuestra identidad? ¿Q es lo que se ha venido entendiendo como “nuestra identidad”?

Muchos ya saben la respuesta y a consecuencia de toda esa política “cultural” debemos preguntarnos:

¿Todavía queda público en Uruguay para la música clásica?

No cabe hacer aquí un verdadero estudio de mercado, pero responder a esta última pregunta nos lleva a predecir, en lo posible, si el emprendimiento será rentable. Y eso sería decisivo. Nos llega un dato interesante del propio Sodre en su página oficial que informa:

      “Hoy los conciertos sinfónicos de la OSSODRE son todo un éxito a juzgar por el público que colma las dos mil localidades de la sala Fabini, éxito logrado en parte gracias a las bondades acústicas del Auditorio”

Esto se puede entender de muchas formas, pero más adelante el mismo informe reconoce:

      “Aún queda mucho camino por recorrer y el panorama es muy esperanzador. Una importante compra de instrumentos con el apoyo de la AECID, la creación de la Gerencia de la OSSODRE en abril de 2011, la inauguración de su sala de ensayos en abril de 2012 y la compra de un piano Steinway de concierto, son mojones de gran relevancia con un impacto positivo tanto para los músicos como para el público en general.”

Y continúa diciendo:

      “En muy poco tiempo los aportes de Stefan Lano están generando un acelerado proceso de mejoras cualitativas a nivel artístico, que sumado a la interesante programación y a la participación de solistas de primer nivel (…) han acercado nuevamente al público, agotando las localidades a los conciertos de la temporada.” 
 
Y concluye así:

      “Gracias a las bondades del Auditorio Nacional, el Sodre retomó en 2011 el camino de la puesta en escena de las grandes óperas con Eugenie Onegin de Chaikovsky, bajo la dirección musical de Lucasz Borowicz y en 2012, con entradas agotadas, Turandot de Puccini, bajo la dirección musical de Stefan Lano. Todo indica que la OSSODRE retomó el prestigio de otrora.” 
 
Habiendo sido así hasta 2012, respecto al público, ¿cómo se entiende lo que el Director Artístico dice al respecto? Citábamos una declaración suya en el artículo anterior, y ahora la repetimos pues viene al caso:

      “En los primeros conciertos que hicimos aquí en el Auditorio, una sala gigante de casi 2000 espectadores, uno miraba a la platea y veía 300 cabezas nevadas en el medio.”

¿Con cuál de las dos versiones nos quedamos? No es muy probable que el SODRE falsee un hecho y lo publique en su propio sitio web, así como tampoco es probable que el Director Artístico haya dicho algo que no vio. Y que, en ambos casos, el propio público podría en definitiva desmentir o confirmar. La conclusión lógica es que si “falta público” para la música clásica, en cualquier momento que sea, es algo que no se debe tomar a la ligera porque lo que en realidad falta es calidad de la gestión y un buen marketing. Y es eso lo que hay que considerar, en lugar de justificar que hay motivos para que los recursos se apliquen a estrategias empresariales dirigidas a “otros públicos”.

Todo indicaría que el resultado de las ideas de los organizadores no se debe confundir con otra realidad: el público para la música clásica existe, hay disconformidad de parte de los músicos y lo vienen expresando de tiempo atrás – como se aprecia en el video a continuación – y todo dice que cualquier esfuerzo en alcanzar un nivel de excelencia sigue siendo en vano por los caminos que hoy se siguen, e incluso las inversiones que el propio SODRE hizo para recuperar el prestigio de antaño también habrían sido en vano.



Pero todo esto no debería ser un motivo de frustración e impotencia. Debería ser un estímulo para recordar permanentemente que el público existe y está esperando.

¿Hasta cuándo hay que esperar?
 Si todos ustedes, que ahora están leyendo, buscan aunar esfuerzos para llegar hasta quienes estén a favor de restituir a la cultura uruguaya el valor que está perdiendo, si éso se consigue quizá a través de cadenas de vinculaciones, el objetivo de cambiar las cosas podrá ser alcanzado.

Por eso he abierto un canal especial a fin de que quienes quieran comunicarnos algo que no desean que se haga público a través de este blog, puedan hacerlo con la necesaria privacidad total. Un proyecto adecuado deberá empezar a ser formulado y sobre bases sólidas. Para comunicarse en privado es solamente hacer clic aquí.

Es muy triste ver músicos que se han preparado para alcanzar la perfección técnica y artística necesaria para componer una sinfonía, un cuarteto de cuerdas, una sonata, etc., o para interpretar las obras de los mayores genios de la música de todos los tiempos... y de pronto se vean sujetos al capricho de los programadores de espectáculos que les obligan a usar no más de un 10% de las capacidades. ¿Hay alguien que piense que tanto da que una orquesta sinfónica acompañe a una murga o a un cantante pop dirigidos por alguien que solamente agita los brazos para marcar el ritmo, o en cambio, que lo haga a la par del coro en la Novena Sinfonía de Beethoven, o en la “Resurrección” de Mahler, bajo la batuta de un gran maestro?

lunes, 20 de abril de 2015

¿HAY QUE DECIRLE ADIÓS A LA MÚSICA CLÁSICA EN URUGUAY?

Carta abierta a los músicos.



Tanto el posicionamiento de muchos agentes culturales privados, así como las políticas del sector público (gobierno central y municipios), no están orientadas a los ciudadanos sino a los propios realizadores y a los bienes que producen. Padecen, de lo que en términos de marketing se denomina “concentración en el producto”. La mayor parte del dinero público (de todos los ciudadanos), se destina a la producción, a la interpretación y se deja de lado la distribución, la promoción y la propia experiencia de encuentro de los consumidores con los bienes” 

Manuel Esmoris (gestor cultural) “Marketing Cultural- descripción de un caso” - año 2000


El caso se refiere a presentaciones de la Orquesta Filarmónica de Montevideo en 2000, en barrios de Montevideo, con Las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Es decir, hace más de catorce años, y tuvo gran éxito de público por haber cumplido con las normas de marketing cultural citadas arriba. El costo fue de tan sólo alrededor de cuatro mil dólares – lo que vino a demostrar que producir espectáculos de música clásica no es algo terriblemente oneroso como a veces se pretende. Y aquello nos deja una lección para aprender: Nunca se debe caer en aquello de “lo que al pueblo” le gusta escuchar, desestimando de manera subliminal y prejuiciosa la capacidad para apreciar las altas manifestaciones del arte. Parecería que todo depende de las oportunidades y, a la vez, de hacer un buen marketing.

A propósito de aquellas actuaciones de la Filarmónica recuerdo todavía haber visto en TV una entrevista donde se contaba algo ocurrido en una ciudad del interior, durante una gira de la misma orquesta y con el mismo programa. Cuando terminó el concierto el público aplaudía entuasiastamente pidiendo “¡otraaa...! Decicieron entonces hacer algo fuera de programa, y, como era una ciudad del interior, tocaron un tango. El público volvió a aplaudir a rabiar y la orquesta hizo otro tango. Y el público siguió aplaudiendo sin parar. La orquesta no tenia preparado nada más para ofrecer fuera de programa, así que tuvieron que preguntarle al público qué querían escuchar. A gritos el público pidió: “¡¡¡Vivaldi, Vivaldi!!!”

Esto iría totalmente en contra de lo que opinaba el actual presidente del SODRE en una entrevista reciente en CX26 Radio Uruguay:

     “...digamos que la gente común, que viaja en ómnibus, que ésa gente entienda que estos espectáculos también son para él, que el tipo que le encanta la murga le guste venir al Sodre porque en realidad cuando uno ve algunos coros de ópera se da cuenta que... ¡si estará relacionado!...El gran desafío es que la gente haga suyo el Sodre, que no es de una élite, no debiera serlo, el Sodre es del pueblo.”

Es claro que el SODRE es y debe ser del pueblo.¿Pero cuál sería la “élite”? Es un problema serio creer que a la gente que viaja en ómnibus necesariamente le gusta la murga y el resto pertenece a una especie de clase social aparte... Digo la murga o cualquier otro género que no sea la música clásica.

¡Cuidado!

Creo que debemos estar alertas a un fenómeno que se viene. Y al respecto quiero contar una experiencia que tuve en Brasil hace varios años, en 1984. Estando en Porto Alegre fui invitado a un concierto de la OSPA (Orquesta Sinfónica de Porto Alegre) y al llegar vi que frente a la puerta de acceso al teatro había una multitud de jóvenes protestando y armando alboroto. ¿Qué era aquello? Pues era que el teatro estaba lleno y ellos se habían quedado afuera. Y exigían entrar. Como nadie se iba de allí, se decidió que la OSPA repetiría la actuación no bien concluyera la primera. Y así fue como aquella multitud de jóvenes, de entre 15 a 20 años más o menos, pudo entrar y disfrutar el concierto. Pero hoy, en 2015, la mayoría de los brasileños no pueden creer que algo así haya sucedido y les parece mentira. ¿Que fue lo que pasó durante 30 años siguientes por allá?

A la música clásica se la considera un "patrimonio europeo" y no un patrimonio universal. Una cantidad respetable de gente de mediana cultura jamás asistió a un concierto de música clásica y nunca escuchó una orquesta sinfónica ni siquiera en una grabación. Eso sí: todo el mundo está al día en samba, rock, funk, rap, etc., y eso es "música brasileira" porque está hecha por músicos brasileños. ¿Qué viene haciendo el Ministerio de Cultura de Brasil frente a ese fenómeno? Pues lo apoya. Y no son pocos quienes creen que tal es el mayor orgullo de un patrimonio nacional que define la IDENTIDAD de un país, y se comparte a Villa-Lobos con funk carioca en un mismo espectáculo en pro de la "diversidad cultural". Quiero aclarar, sin embargo, que el fenómeno no abarca al 100% del público, pero... todo sigue igual avanzando con la fuerza de la famosa "identidad". Y hoy, si se le pregunta a un joven quién fue Beethoven (digo exactamente eso) no es raro que diga que no sabe y hasta que pregunte si es alguna nueva banda.

¿Es posible que Uruguay vaya por el mismo camino? Si así fuese, quizá dentro de algunos años más haya mayoría de jóvenes uruguayos que pregunten si Mozart es una banda de rock nueva o si Broqua es el nombre de alguna murga para el próximo carnaval.

¿Qué es lo realmente importante?

Es defender la música clásica en Uruguay. Hay algo de mucho más peso que el solo hecho de hacer una crítica dirigida hacia lo que el SODRE está haciendo, o lo que no hace. No olvidemos que hay otra sala importante que cuenta con una igualmente importante orquesta sinfónica: el emblemático Teatro Solís y la Orquesta Filarmónica de Montevideo - que, curiosamente, últimamente ha seguido en parte las mismas tendencias de repertorio que el SODRE. Asimismo, recordemos que en el interior del país hay buenos teatros que han sido remodelados y que - digámoslo así - están “esperando” a que se hagan más conciertos y recitales de música clásica.

Teatro Florencio Sánchez de Paysabdú
Claro que ustedes se preguntarán cómo sensibilizar a quienes organizan los espectáculos en todas esas salas, y hacer que se interesen en serio por multiplicar los conciertos. La respuesta fácil es paradógica: parecería que el público está, que aún hay tiempo para que los conciertos no sean a salas casi vacías, pero los músicos no tienen cómo hacer oír sus voces a falta de reconocimiento oficial y de oportunidades para que el público les escuche. La verdadera pregunta es otra: ¿Por qué motivo hay responsables de la cultura del pueblo que se comportan tal como lo hacen?


Sin artistas no hay arte, y sin músicos no hay música.
Justamente en esta obviedad, justo aquí, está el punto: no hay forma más efectiva de liquidar para siempre una expresión cultural que quitarle toda oportunidad de acceso al público. Y – nadie lo puede negar – esto termina afectando a toda la infraestructura económica que vive alrededor de ese sector de la cultura, hasta que, por fin, se termina diciendo: “- Dedícate a eso, si te quieres morir de hambre”.

Mientras tanto, el público irá comprendiendo cada vez menos en qué consiste esa expresión de la cultura hasta que, finalmente, pasará a ser algo histórico muerto en tiempo presente. No habrá más público. Y hay que reconocer que en Uruguay se ha venido haciendo todo lo posible para que esto ocurra con los profesionales de la música clásica, sean intérpretes o compositores. Desde el SODRE y el propio Ministerio de Educación y Cultura, en cuanto a dosificar mejor la índole de los espectáculos musicales que se organizan, hasta los medios de difusión que relegan la música clásica a la mínima expresión posible.

Los responsables de cuidar la cultura del pueblo parecerían motivados por la idea de permitir que se destruya sistemáticamente una expresión cultural de las más importantes del mundo, para sustituirla por otra que ellos piensan que definiría la “identidad uruguaya”. Esto es difícil de digerir, porque todo cuanto aquí se ha relatado indica que habría gran cantidad de uruguayos que disfrutarían de la música clásica, pero a cada año que transcurre se les proporciona de manera cada vez más sistemáticamente limitada.

Para quienes lo ignoren, o lo hayan quizá olvidado, allá por la década de los años 50 era común que las emisoras privadas de radio transmitieran música clásica en horarios de alta audiencia. Incluso habrá quien pueda saber de la famosa audición de ópera de Barret Puig Lanza en CX32 a las 10 de la noche, de dos horas de duración con una enorme audiencia de fans del género. Hoy, en cambio – y esto viene ocurriendo en muchos países y no sólo en Uruguay –, todo aquello desapareció y los medios privados de radiodifusión y TV transmiten música clásica (cuando lo hacen) en momentos acertadísimamente definidos por Les Luthiers: “En el horario cultural de las tres de la mañana”.

Más allá de la sátira y la nostalgia.
Hay un ilusionismo que resulta de un error de marketing que arranca desde que la sala Adela Reta fuera inaugurada. Y es un error que parecería ser el ejemplo a seguir en vez de detenerse a pensar. Poco antes de iniciarse la "temporada" 2015 del SODRE, Ariel Cazes comentaba durante una charla con Montevideo Portal:

      “En los primeros conciertos que hicimos aquí en el Auditorio, una sala gigante de casi 2000 espectadores, uno miraba a la platea y veía 300 cabezas nevadas en el medio. Ahí empezó un trabajo de difusión y la gente de a poco se fue adueñando del espacio y hoy el Sodre es lo que es”. “También el haber abierto el abanico, dejar de ser una casa dedicada exclusivamente a las artes clásicas,, hizo que otro público se fuera incorporando.”

u
Es verdad, otro público se fue incorporando y hoy el Sodre es lo que es. ¿Pero no era que había que crear “nuevos públicos” para la música clásica? Tantas veces lo escuchamos decir, y ahora resulta que... Pues caramba, ¡si hay nada más que 300 ancianos en la platea, lo que hay ahí es un error garrafal de marketing! Sólo éso. Y el origen está en haber perdido el rumbo hacia los objetivos que motivaron la propia creación de la entidad. Es la consecuencia obvia, y los hechos lo demuestran, de querer sumarse a la corriente de lo que ya tiene público, pero no lo tiene gracias al SODRE sino a otros medios de difusión. Vaya una manera de hacer cultura.

¿Qué hacer?
He aquí un espacio que estoy abriendo en este blog para que ustedes se expresen y propongan ideas, pues éstas pueden ser el punto de partida para una acción organizada.

Primero que nada habrá que reconocer (aunque cueste) que no se puede ni imaginar una colaboración de parte de quienes están convencidos de estar siguiendo el camino acertado. Tampoco se puede idealizar un 100% de adhesión del público, porque eso no lo consigue ni siquiera la mejor campaña publicitaria imaginable para cualquier producto que sea.

Mi propuesta – reconozco que es audaz – es la siguiente. Habría que instituir una entidad privada que cuente con su propia sala de espectáculos (para no depender de fechas "disponibles" de otras salas al organizar temporadas) con recursos tecnológicos, salas de ensayos y estudio de grabación, biblioteca, discoteca y estructura educativa para crear nuevos públicos, todo ello en la forma de una Sociedad Anónima donde los propios músicos puedan ser también accionistas y participar del lucro. Si esta idea pudiera, quizá, parecer irrealizable para la situación actual del país, me permitiré ir al pasado remoto de la historia uruguaya. En 1840 se creó una Sociedad con 156 accionistas para construir un teatro en Montevideo que, por aquel entonces, contaba con 40.000 habitantes, y Uruguay atravesaba una guerra civil que duró desde 1838 hasta 1851. Pues de aquella iniciativa, y en aquel difícil entorno, nació nada menos que el Teatro Solís.

Hoy no hay ninguna guerra, Montevideo tiene alrededor de un millón y medio de habitantes y el país más de tres millones. ¿Sería imposible? Depende. Depende de contactos que se puedan establecer con uruguayos que quieran, y puedan, hacer inversiones importantes en la cultura. Depende, también, de la suma de pequeños accionistas que, ¿por qué no?, podrían ser músicos. 

Pero depende también de algo más: la unión de los profesionales de la música clásica – estén o no en el país – para materializar un propósito en común. La ventaja sería terminar con la lucha por obtener la voluntad política cuando nadie quiere escuchar.

Ustedes tienen la palabra.

GBZ